La fiesta de la víspera de Año Nuevo de ese año no fue simplemente una cena, sino un símbolo de esperanza y reconciliación para ambas familias. Ferit y Seyran se encargaron de preparar cada detalle, desde los exquisitos platos dispuestos meticulosamente sobre la mesa, hasta la cálida luz de las velas reflejada en el espacio brillante. Ambos sabían que esta noche sería una prueba no solo para su amor, sino también para la relación entre los miembros de sus familias. Cuando ambas familias se enfrentaron por primera vez en la mesa, el ambiente se volvió tenso. La mirada ansiosa de Seyran no podía ocultar su nerviosismo al mirar a sus padres, mientras que Ferit también percibía la incomodidad en los ojos de sus abuelos. Ambas familias aún guardaban resentimientos y malentendidos no resueltos. Cada palabra, cada gesto, parecía más pesado de lo normal, como si fuera una prueba que debían superar.
Sin embargo, cuando Ferit y Seyran se miraron, todo pareció empezar a cambiar. Sus miradas se encontraron, suaves y llenas de consuelo. Era una conexión silenciosa entre los dos, como si toda la tensión en el ambiente se desvaneciera. Ferit se dio cuenta de que solo la sinceridad y el amor podían sanar todas las heridas. Mientras la fiesta continuaba, Ferit se levantó suavemente, sosteniendo una copa de vino en las manos. Miró a todos a los ojos y comenzó a hablar. Sus palabras, aunque breves, estaban llenas de sinceridad y conmoción. “No podemos cambiar el pasado, pero podemos empezar de nuevo hoy”, dijo Ferit, con la voz temblorosa. “Espero que el amor y la unidad sean lo que todos construyamos a partir de ahora. Que esta fiesta no sea solo una cena, sino el comienzo de un futuro mejor para todos nosotros.”