UN MILAGRO QUE CAMBIA TODO… PERO NO PARA TODOS
La finca de La Promesa fue testigo de un pequeño milagro que devolvió la esperanza: Rafaela, la niña enferma, venció finalmente la fiebre gracias a la sabiduría del Dr. Guillén. Su sonrisa, débil pero viva, iluminó los ojos de su madre y sanó parte del miedo que invadía a Catalina y Adriano. La alegría de verla consciente reavivó su fuerza, ya no solo por la familia sino por la dignidad que tantos habían intentado arrebatarles.
ENTRE MOTORES Y FANTASMAS DEL PASADO
Mientras tanto, en el hangar, Manuel, Enora y Toño celebraban los avances del nuevo motor aeronáutico, un invento que prometía cambiar el destino del proyecto. Pero la euforia se quebró con la mirada perdida de Manuel. Aunque hablaba de carburadores y fuselajes, su mente no estaba allí. Estaba con Hann.
Enora, observadora y sensible, reconoció en él la sombra del dolor. Le preguntó directamente: “¿Todavía la extrañas?”. La respuesta fue un susurro de verdad: “Cada día”. Confesó que aún sentía su voz, su risa, como si nunca se hubiese ido. Enora, lejos de sentir celos, sintió una melancolía punzante. Sabía que su corazón no podía competir con un fantasma.
SANTOS, DESTRUIDO POR UNA VERDAD QUE LO DESGARRA
En los jardines, el drama se tornó aún más personal. Santos, siempre discreto y leal, fue encontrado por Ricardo abatido, con la mirada vacía. El motivo de su tormento: una carta de su madre, Ana, pidiéndole ayuda para regresar a la finca.
Lo que parecía una petición materna reveló una traición: Ana lo había utilizado, lo había manipulado, lo había hecho parte de su juego de poder. Y ahora, sabiendo la verdad, Santos le había dicho que no.
“Me manipuló, me mintió, y aún así, una parte de mí la sigue amando…”, confesó con la voz rota. Pero no solo cargaba con la decepción: también sentía rencor hacia Pía, quien había desenmascarado a su madre. “Sé que hizo lo correcto, pero me arrebató el único lazo familiar que me quedaba”, dijo entre lágrimas. Una confesión que desnudó a un joven destruido emocionalmente, atrapado entre la justicia y el amor ciego.
EL MISTERIO DE SAMUEL Y LA RIGIDEZ DE CRISTÓBAL
Mientras tanto, la desaparición de Samuel desató un nuevo caos. María Fernández buscaba desesperadamente a su amigo, mientras Petra, visiblemente preocupada, chocaba de nuevo con la figura más polémica del momento: Cristóbal Ballesteros, el nuevo mayordomo.
Petra lo enfrentó: “¡Aquí no somos un regimiento, somos una familia!”. Pero la respuesta del hombre fue tan fría como su mirada: “La disciplina no está reñida con la humanidad”. La tensión entre el servicio crecía, y la figura de Cristóbal empezaba a generar más sospechas que respeto.
CURRO Y ÁNGELA: UNA ALIANZA EN LA SOMBRA
En otro rincón de la finca, Curro seguía investigando a Lorenzo, ahora con una inesperada aliada: Ángela. Decidida y valiente, la joven se ofreció a registrar las oficinas, convencida de que allí encontraría pruebas. “Lo hago por ti… y por la memoria de mi padre”, le dijo. Esas palabras derritieron las últimas resistencias de Curro. Así nació una alianza secreta, pero poderosa.
Juntos se internaron en una lucha peligrosa, en la que cada paso podía costarles la libertad… o la vida.
LORENZO JUEGA A SER HÉROE
Mientras tanto, Lorenzo, siempre dos pasos adelante, se presentó ante Leocadia con una sonrisa cargada de veneno. “Tengo un plan para limpiar el nombre de Ángela”, anunció. Uno tan arriesgado como brillante, según él. Leocadia lo escuchó con miedo. Sabía que de Lorenzo solo podían nacer planes que salvan o destruyen sin término medio.
CATHERINE DESATA LA GUERRA CONTRA EL VARÓN
La alegría por la recuperación de Rafaela no bastó para calmar la furia de Catherine. Con determinación, enfrentó al varón de Valladares y lo acusó directamente: “Sé que fuiste tú quien impidió que vinieran los médicos. Quisiste usar el dolor de mi hija para doblegarnos”. Ya no era la dama conciliadora de antes. Era una madre dispuesta a todo, y se lo dejó claro: “No me amenaces más. Esto no es una advertencia. Es una promesa”.
La amenaza encubierta provocó la furia del varón, pero también mostró que Catherine no daría ni un paso atrás.
UN SECRETO LLAMADO VERA Y UN COCINERO A LA DERIVA
En paralelo, López, cada vez más intrigado por Vera, la misteriosa joven que evitaba hablar de su pasado, empezaba a sospechar. Sus respuestas vagas, su tensión constante… ¿Qué ocultaba realmente? Mientras tanto, su posición en la cocina también tambaleaba: Cristóbal quería reasignarlo a sus funciones originales como lacayo. Un golpe directo al corazón de quien había encontrado su vocación entre sartenes y recetas.
LA EXPLOSIÓN DE CURRO: SE ACABÓ EL JUEGO
Pero fue Curro quien desató el clímax. Al ver el peligro que corría Ángela, decidió actuar. Encontró a Lorenzo en la plaza de armas y, sin filtros, lo enfrentó: “¡Basta! Se acabó tu juego”. La tensión explotó. Lorenzo, con su arrogancia habitual, respondió con desprecio… y Curro lo empujó al suelo.
El silencio que siguió fue tan brutal como el empujón. Lorenzo se levantó con una amenaza helada: “Pediré tu expulsión. Y donde vayas, mi sombra te seguirá”. Curro sabía que había cruzado un punto de no retorno. Era el principio del fin… o el principio de la verdad.
UNA VICTORIA EN MEDIO DE LA TORMENTA
Cuando todo parecía venirse abajo, Toño irrumpió en el hangar con una noticia increíble: el prototipo voló. Funcionaba. Pedro Farré, el experto, lo había probado y quedó impresionado. Era un triunfo inesperado que podía cambiar el destino no solo de Manuel y su equipo, sino de toda La Promesa.
UNA SEMANA AL FILO DEL ABISMO
Así cerró la semana en La Promesa: entre la destrucción de un hijo traicionado por su madre, la desaparición de un lacayo, enfrentamientos sin retorno, secretos que queman y un pequeño motor que simboliza un futuro aún posible.
La Promesa, frágil pero viva, sigue resistiendo.
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