En el próximo y desgarrador capítulo de La Promesa, Simona se convertirá en el centro de una revelación que sacudirá los cimientos del palacio. Todo comienza con una escena de tensión: Leocadia y Lorenzo irrumpen en la cocina, sin respeto alguno, solo para humillar a Simona por haber sugerido la presencia del doctor Guillén. Lo desprecian por ser un médico de pueblo, pero esa arrogancia no hace más que encender las sospechas de Simona.
Lo que parecía una simple discusión de clases pronto se transforma en una investigación personal. Simona no se queda de brazos cruzados: algo no encaja, y su intuición como mujer de carácter y corazón la lleva a descubrir un detalle clave en el cuerpo de Rafaela que ningún médico quiso ver. Este hallazgo podría ser la clave para curar a la bebé… y también el detonante para desenmascarar una conspiración mucho más oscura.
Simona, dolida pero decidida, se enfrentará a Catalina, quien está destrozada al ver que su hija sigue enferma y ningún médico acepta atenderla. Todos han desaparecido o se niegan a asistir, por temor a verse involucrados con la familia Luján, marcada por escándalos y desconfianza. En medio de esa impotencia, Simona propone un acto de valentía: traer a una mujer humilde y sin títulos, pero con manos sabias que ha salvado vidas por décadas.
Catalina, agotada y desesperada, le da el visto bueno. Simona se pone en marcha, pero antes, siente la necesidad de ajustar cuentas. La verdad debe salir a la luz.
Con paso firme, interrumpe a Leocadia en su habitación. La enfrenta con una acusación directa: ¿qué ha pasado con el Dr. Guillén? ¿Dónde está? Leocadia intenta minimizarla, ridiculizarla, humillarla una vez más. Pero esta vez, Simona no se doblega. Le deja claro que si algo le sucede a Rafaela, sabrá exactamente a quién culpar.
El enfrentamiento se vuelve físico cuando Leocadia intenta abofetearla. Pero Simona detiene su mano en el aire. No solo frena el golpe: impone su dignidad y declara que nadie más volverá a maltratarla. Luego se retira, dejando a Leocadia temblando.
Horas después, Simona regresa a la habitación de Leocadia con una taza de té. Pero esta no es una visita de cortesía. Es una trampa cuidadosamente orquestada. Le propone a Leocadia una última conversación, una oportunidad para decir la verdad. Y lo que Leocadia confiesa, sin saber que están siendo escuchadas desde la biblioteca contigua, es un acto brutal de frialdad: reconoce que, en el fondo, no le importa si Rafaela muere. Que una niña débil, nacida de un matrimonio escandaloso, solo representa un estorbo. Que todos estarían mejor si esa criatura no hubiera nacido.
En ese instante, la puerta de la biblioteca se abre.
Alonso ha escuchado todo.
El marqués, pálido de furia, exige a Leocadia que repita sus palabras. La mujer, sorprendida, intenta recular, pero ya es demasiado tarde. Su desprecio por Rafaela ha quedado expuesto. Lo que parecía un simple conflicto de clases se ha convertido en una traición imperdonable contra la sangre de los Luján.
Y mientras tanto, Catalina lucha por mantener la calma. Ha apostado su última esperanza en Simona, quien se lanza en busca de la curandera rural. La pequeña Rafaela sigue con fiebre, pero ahora hay una llama de esperanza.
¿Qué hará Alonso con Leocadia tras escuchar sus crueles palabras? ¿Podrá Simona salvar a la bebé a tiempo? ¿Será este el principio del fin para los que gobiernan desde las sombras?
Este avance marca un antes y un después en la historia. La línea entre los poderosos y los humildes se rompe. Simona, la cocinera, se transforma en heroína. Y La Promesa nos recuerda que la verdad, por más que se esconda, siempre encuentra la forma de salir a la luz.
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