La tragedia golpea profundamente a la familia Corán tras la muerte de Fuat, un evento que saca a relucir las tensiones latentes entre sus miembros. Durante el funeral, un ambiente cargado de dolor y emociones desbordadas pone de manifiesto las heridas internas de cada personaje. Gulgun, devastada por la pérdida de su hijo, revive su último diálogo con él, mientras Oran se hunde en un mutismo melancólico alimentado por la culpa de su indiferencia. Alis, por su parte, no puede escapar al tormento de la última bofetada que le dio a Fuat.
Yakát, intentando mantener el control de la situación, se encuentra atrapada entre la dureza y el sentimiento de responsabilidad, tensando aún más las relaciones familiares. Ferit, dominado por su ira al ver a Tarik y Safet en el funeral, no oculta su deseo de venganza. En este clima de dolor compartido pero aislado, las fisuras de la familia se hacen cada vez más evidentes. Cada miembro de los Corán enfrenta su propio duelo: Gulgun lucha en silencio, mientras Oran y Alis lidian con el peso de sus remordimientos, y Ferit alimenta un odio que amenaza con destruir lo poco que queda de unidad familiar.