Begoña, con una fuerza serena, se convirtió en el pilar de Andrés, ayudándole a cargar la pesada culpa que sentía tras la trágica muerte de Mateo y la pérdida del bebé. Sin embargo, Jesús, presa de celos y rabia al verlos juntos, arremetió contra Andrés, acusándolo del accidente. María, firme como roca, no dudó en defender a su esposo frente a Jesús y Damián, quien, a pesar de su severidad, enfrentó sus propios remordimientos por los errores de su hijo.
Mientras tanto, Damián, inquieto por el estado de Marta, recurrió a Santiago, quien le prometió retirar la denuncia. Pero Marta, guiada por un sentido de justicia implacable, no se conformó; exigió más. En otro rincón, entre los muros de la perfumería, Joaquín decidió terminar su relación con Miriam, forzado por los chantajes de Jesús. Aterrorizado por lo que su primo pudiera revelar, Joaquín buscó refugio en Gema, a quien confesó algo que podría cambiarlo todo.
El dolor por la pérdida de su hijo rompió finalmente a Tasio, quien se desplomó en los brazos de Carmen. Por su parte, Agustín logró convencer a Claudia para que se uniera a sus amigas en una escapada hacia la playa. Entre risas y complicidad, las chicas y Tasio emprendieron un pequeño viaje hacia el mar, un lugar donde esperaban hallar un respiro entre las olas.
Don Pedro, consumido por la desolación, encontró consuelo en los brazos de Digna. La química entre ellos, intensa e irrefrenable, culminó en un apasionado beso. Sin embargo, la culpabilidad no tardó en aflorar. Mientras Inés, ajena a lo ocurrido, compartió con Digna la importancia que Pedro tenía para ella en esos momentos, Digna lamentó su impulsividad. Con lágrimas en los ojos, se disculpó con don Pedro, pidiéndole que volviera su mirada a su matrimonio y apoyara a su esposa.