Cuando la fiesta terminó, las risas y los buenos deseos fueron quedando atrás, dejando un silencio que envolvía la habitación. Ferit y Seyran recogían la mesa en silencio, cada uno ocupado con sus propias tareas, pero ninguno decía una palabra. La luz de la vela en la mesa seguía encendida, emitiendo una luz tenue y titilante que reflejaba en sus ojos. Ferit miró a la chica a su lado, sus ojos se detuvieron en la pequeña llama, como si algo se agitara en su interior.
Seyran también observó la vela, sus ojos suavizándose al ver la luz suave. Susurró, con una voz tan ligera como un suspiro, “Esta llama es tan bonita, pero se apaga fácilmente.” Sus palabras no solo eran sobre la vela, sino sobre su propio amor. Había atravesado tantas tormentas, como esa llama, podría apagarse en cualquier momento si no se cuidaba y protegía adecuadamente.