Hola, soy tu Gustav
Aquí me tienes de nuevo, listo para contarte lo que se avecina en La Promesa, y créeme que lo que viene mañana va a ser de auténtico infarto. Como siempre, te traigo un contenido cuidado, contrastado y al detalle para que no te pierdas nada de lo que ocurrirá en el próximo capítulo. Ponte cómodo, porque lo que vamos a desgranar no solo traerá sorpresas, también marcará un punto de inflexión en varias de las tramas más intensas que hemos visto últimamente.
La historia arranca todavía bajo la sombra de Catalina. Su marcha no ha sido solo un golpe devastador para su familia, sino también una herida abierta que no deja de sangrar. Alonso y Adriano continúan completamente destrozados, incapaces de asimilar cómo una madre ha podido marcharse dejando atrás a sus pequeños. Esa incomprensión los está consumiendo y, con cada día que pasa sin noticias, la desesperación se apodera más de ellos. Lo peor es que la sensación de abandono parece crecer en los pasillos, recordando a todos que la figura de Catalina sigue presente aunque no esté.
Y aquí es donde entra Martina, quien no puede contener sus sospechas. La joven comienza a creer firmemente que el varón de Valladares estuvo detrás de la partida de su prima. Ni corta ni perezosa, decide indagar y va directamente a la fuente: se comunica con él y, en un giro inesperado, el propio varón le confirma que la marcha de Catalina no fue casual, sino decisión suya. Esta revelación, aunque no oficializada ante toda la familia, enciende aún más el fuego de las dudas y multiplica la tensión entre los Luján. Alonso y Adriano, mientras tanto, siguen sin respuestas concretas, y su miedo a lo peor aumenta con cada silencio que reciben.
En paralelo, Manuel trata de mantener la compostura refugiándose en el taller, pero ni allí logra despejarse. Sus manos trabajan, pero su mente está atrapada en las dudas, las tensiones familiares y la presión que lo rodea. Toño y Enora notan de inmediato su rareza; la francesa, incluso, empieza a sospechar que el distanciamiento del señorito tiene más que ver con ellos de lo que parece. ¿Será que Manuel ya no confía en su propio equipo? Esa pregunta, que flota en el aire, deja un malestar palpable que amenaza con romper la estabilidad en el taller.
Mientras tanto, una de las tramas más potentes se centra en Ángela. Su paciencia se ha agotado y su rebeldía estalla de forma desgarradora. La joven busca consuelo en el padre Samuel, quien, con la calma que lo caracteriza, intenta aportarle palabras de fe, serenidad y confianza. Pero nada consigue calmar la tormenta que siente por dentro. Ángela se siente traicionada por su madre y atrapada por las amenazas del capitán Garrapata, quien pretende convertirla en su esposa contra su voluntad.
El momento más tenso llega cuando Ángela se enfrenta cara a cara con Lorenzo. En un duelo de palabras demoledor, ella le lanza una verdad que hiere como un puñal: le recuerda el pasado oscuro con Eugenia, su primera esposa y madre de Curro. Con voz firme, lo acusa de haberla destruido hasta llevarla al borde de la locura y le plantea una pregunta tan cruda como reveladora: “¿Qué harás cuando te canses de mí? ¿Me encerrarás también en un manicomio o me empujarás a quitarme la vida desde lo alto de un torreón?”. Esa frase, tan brutal como valiente, remueve viejos fantasmas que Lorenzo había enterrado y deja en evidencia que Ángela prefiere el encierro en un sanatorio antes que convertirse en su esposa.
El impacto de estas palabras no solo hace tambalear a Lorenzo, sino que abre una guerra directa con Leocadia. La madre de Ángela, que hasta ahora había mantenido un férreo control sobre su hija, empieza a ver cómo se le escapa de las manos. Lo que no saben ni ella ni el capitán es que Ángela ya tiene en marcha un plan de huida, una estrategia secreta para escapar antes de que se consuma el matrimonio forzado. La gran incógnita es si logrará ejecutarlo a tiempo o si la intervención de su madre terminará frustrando sus planes.
No podemos olvidar que Leocadia, en el fondo, guarda un as bajo la manga: conoce la relación de su hija con Curro, porque los vio juntos con sus propios ojos. Este descubrimiento convierte la situación en un juego peligrosísimo, ya que es difícil imaginar que permita a los jóvenes escapar y vivir su amor libremente. La tensión entre madre e hija alcanza así cotas máximas y plantea una pregunta crucial: ¿podrá Ángela escapar antes de que el chantaje de Lorenzo y las manipulaciones de Leocadia la atrapen en una boda maldita?
Mientras esta tormenta se desata en las altas esferas, en la zona de servicio la situación tampoco mejora. Cristóbal Ballesteros, apodado por muchos como “el Rasputín del palacio”, impone con mano de hierro un nuevo sistema de control: las faltas graves. Según sus normas, tres faltas significan el despido inmediato, sin apelaciones ni excusas. Y en este capítulo veremos cómo Ricardo y Candela son los primeros en sentir el peso de esta tiranía.
Ricardo, a pesar de su edad y su estado físico, es obligado a subir al tejado para limpiar las coronas de las chimeneas, una tarea imposible y peligrosa para alguien en sus condiciones. Su negativa a cumplir con semejante abuso desemboca en una discusión inevitable con el nuevo mayordomo. Candela, por su parte, tampoco se libra. La cocinera, valiente como siempre, enfrenta directamente a Ballesteros porque no cree en la versión oficial de la partida de Pía. Está convencida de que su supuesta marcha a servir a la dama de la reina es una farsa para mantenerla alejada del palacio. Sus palabras desencadenan otra bronca monumental y ponen a Candela en la lista negra de Cristóbal.
La tiranía de Ballesteros amenaza con desmoronar el servicio, donde la desconfianza y el miedo comienzan a reinar. Ricardo y Candela, dos pilares entre los criados, podrían ser las primeras piezas en caer en este ajedrez cruel que el nuevo mayordomo ha impuesto.
Y en medio de este ambiente enrarecido, Petra continúa su batalla personal contra el dolor. Sus desmayos y dolencias ya no pueden ocultarse más, y finalmente es examinada por el doctor Salazar. El diagnóstico no es alentador: necesita más medicación y, sobre todo, descanso inmediato. Pero Petra, orgullosa y terca, se niega a mostrarse débil. Su salud, cada vez más deteriorada, deja en el aire una inquietante duda: ¿estamos presenciando los últimos pasos de Petra o acaso su enfermedad es solo la fachada de un secreto aún más oscuro que todavía esconde? La posibilidad de que se marche llevándose consigo sus misterios es una sombra que inquieta a todos.
Así, el capítulo que nos espera este viernes se perfila como uno de los más intensos de la semana. La desaparición de Catalina sigue marcando a la familia Luján; Martina apunta con valentía al varón de Valladares; Alonso y Adriano se hunden en la desesperación; Manuel se tambalea entre la presión familiar y sus propias dudas; Ángela se rebela con una fuerza inesperada contra Lorenzo y su madre, preparando su huida; Cristóbal impone un régimen de terror en el servicio; y Petra lucha contra el tiempo y contra un cuerpo que ya no le responde.
Todo esto convierte el próximo episodio en un auténtico torbellino de emociones, enfrentamientos y secretos al descubierto. La semana no podría cerrar de forma más intensa, dejando claro que en La Promesa cada final de capítulo no es más que el inicio de un nuevo vendaval.
