Martina descubre la verdad oculta y Ricardo se convierte en héroe en La Promesa
La finca de La Promesa se convierte en escenario de intrigas, pérdidas y revelaciones desgarradoras. La ausencia de Catalina pesa como un luto que impregna cada rincón, pero para Martina el verdadero tormento está en los recuerdos incompletos y en la sombra inquietante de Jacobo, cuyo nombre se clava en su mente como una espina. Entre lagunas y fragmentos, descubre un gemelo olvidado, pieza clave que la impulsa a destapar la maraña de engaños que amenaza con consumirlo todo.
Mientras tanto, Petra se hunde en un deterioro físico inexplicable: mareos, temblores y un cansancio corrosivo que pronto revelan ser síntomas de un envenenamiento lento y deliberado. Jana, movida por su instinto médico, sospecha la verdad y busca pruebas en secreto, hallando rastros de veneno en los tónicos de la doncella.
En otro frente, Lope y Vera sufren el sadismo de Cristóbal, quien los condena a tareas humillantes para quebrar sus espíritus. Aun en la desesperación, Lope encuentra fuerza en la determinación de resistir junto a Vera, jurando que no permitirán que el verdugo los destruya.
Ricardo, por su parte, carga con el peso de su degradación y la culpa por la marcha de Pía, hasta que el azar lo convierte en testigo de la conspiración entre Jacobo y Cristóbal. Aunque el miedo lo paraliza al principio, una carta de Pía despierta en él el valor para alzarse contra la injusticia. Con su testimonio, se convierte en la pieza decisiva para desenmascarar a los enemigos ocultos.
La llegada del doctor Abel confirma lo peor: Petra fue intoxicada con digitalina, y el tiempo se agota. La verdad estalla en una confrontación que pone a Jacobo y a Cristóbal contra la pared. El marqués, armado de pruebas y del coraje renovado de los suyos, acaba con el reinado de terror y ordena la detención de los traidores.
En medio de lágrimas, alivio y redención, La Promesa recupera la esperanza. Petra sobrevive, aunque marcada por la experiencia, y llega a reconocer el valor de Jana en un gesto inesperado de gratitud. Martina, liberada del engaño, encuentra en Curro un aliado y un amor fortalecido. Lope y Vera, unidos en la adversidad, vuelven a ocupar su lugar con dignidad.
Ricardo, rehabilitado por su valentía, recibe el perdón y la confianza del marqués, recuperando su posición y, con ella, la posibilidad de reconciliarse con Pía, cuyo regreso se vislumbra en una carta llena de amor y esperanza.
Así, tras enfrentarse a su hora más oscura, La Promesa renace con renovada fortaleza, aunque la huella de la traición y del veneno quedará para siempre como un recordatorio de la fragilidad de la lealtad y del precio del valor