Hola, ¿qué tal? Soy tu Gustav

Queridos seguidores de La Promesa, preparaos porque lo que se avecina en el próximo capítulo es de esos giros que dejan sin aliento. Cuando muchos pensaban que la salida de Catalina había sido el golpe más duro que la ficción podía darnos, la sombra de su ausencia se hace cada vez más grande. Sus huellas siguen presentes en cada rincón del palacio y en la mente de quienes la amaron. Sin embargo, mientras esta herida continúa abierta, surge un nuevo conflicto que amenaza con destrozar el destino de otra de nuestras jóvenes favoritas: Ángela.

El futuro de la muchacha parece manipulado y dirigido por las manos equivocadas. Su compromiso con Lorenzo de la Mata, el capitán implacable al que algunos llaman con desprecio “el capitán garrapata”, ha levantado un terremoto de críticas y temores. Todos se preguntan lo mismo: ¿habrá alguien capaz de detener esta boda antes de que sea demasiado tarde? El marqués, que no oculta su preocupación, ya empieza a sospechar que detrás de todo podría esconderse un chantaje, y no duda en preguntárselo directamente a Leocadia. Sin embargo, ella guarda silencio, manteniéndose firme, como si prefiriera cargar con una pesada mentira antes que confesar lo que realmente está ocurriendo.

Mientras tanto, la joven Ángela se encierra en su habitación, incapaz de soportar la presión de un destino que no eligió. Su madre insiste en que debe obedecer, pero la muchacha siente que está siendo traicionada por aquellos en quienes más confiaba. Las palabras de María Fernández, que intenta convencerla de no encerrarse más en sí misma, apenas surten efecto. Ángela está cansada, agotada, harta de que su vida se decida en despachos y conversaciones a puerta cerrada. Y cada lágrima que derrama confirma que su matrimonio no será una unión de amor, sino una condena disfrazada de compromiso.

En paralelo, otra historia late con fuerza: la de Enora, cuya tranquilidad se tambalea desde aquella conversación con Candela y Simona en la cocina. Ellas le confesaron que el señorito Manuel está muerto de celos por su relación con Toño. Desde entonces, la joven francesa no consigue dejar de pensar en ello. En el hangar, cuando se cruza con ambos, su actitud cambia: inseguridad, incomodidad y una extraña tensión en el aire. Lo que parecía un romance sencillo comienza a transformarse en un triángulo amoroso peligroso, en el que los sentimientos ocultos y los silencios pesan más que las palabras. ¿Podría ser que Enora, en el fondo, empiece a sentir algo por Manuel? ¿O que descubra que Toño no es el único que ocupa su corazón?

Pero no es lo único que agita al palacio. El enigma de Catalina sigue creciendo. Aunque apareció una carta dirigida a Martina, la joven no termina de fiarse. Intuye que la desaparición de su prima está ligada a su último encuentro con el varón de Valladares, a quien muchos ya apodan con burla “el varón de Moñigales”. Martina cree firmemente que aquel hombre la amenazó y que nada de lo que ocurrió fue casual. Sin embargo, su prometido, Jacobo, insiste en que abandone esa idea y no siga indagando. Resulta extraño, demasiado extraño, que se empeñe tanto en apartarla de esa investigación. ¿Qué secretos esconde Jacobo? ¿Por qué siempre parece jugar a dos bandos, ocultando más de lo que revela? Sus arrebatos de ira, como cuando perdió el control en el desayuno tras el incidente de López, son señales claras de que su interior está lleno de misterios y quizá de oscuros propósitos.

Y hablando de López, lo ocurrido con él y Vera durante el desayuno aún no ha terminado de estallar. Lo que parecía un error sin mayores consecuencias se convierte en una pesadilla cuando Cristóbal Ballesteros, el hombre al que muchos llaman el Rasputín de la casa, se entera del desastre. Su reprimenda será monumental. Con amenazas y advertencias, deja claro que un fallo así no volverá a tolerarse jamás. Sin embargo, todos saben que Ballesteros nunca actúa por impulsos. Cada bronca suya esconde un plan, y su sombra continúa extendiéndose por todo el palacio, como una telaraña que atrapa a quienes menos lo esperan.

Su relación con Leocadia también levanta sospechas. En capítulos recientes se confirmó que él estaba al tanto de todo el plan para expulsar a Catalina, lo que demuestra que los malos de esta historia actúan en conjunto, unidos por fechorías que podrían hundir a cualquiera que se interponga en su camino. Ballesteros, frío y calculador, representa ese poder en la sombra que todo lo manipula y que nunca deja escapar a su presa.

Mientras todo esto sucede, el dolor de la separación sigue marcando a otros personajes. Ricardo, ahora degradado a simple mozo, no logra superar la ausencia de Pía, enviada a Aranjuez como castigo. Su rostro refleja agotamiento, tristeza y una profunda sensación de culpa. Sabe que parte de lo que ocurrió con Pía recae sobre sus hombros, y ese peso lo está hundiendo. A kilómetros de distancia, Pía también sufre en silencio, cada día más consumida por la pena. La conexión entre ambos, aunque rota por la fuerza, sigue latiendo con intensidad, recordándonos que ni el poder ni los castigos pueden borrar un amor verdadero.

Y entre tanta desgracia, otra figura empieza a preocupar a todos: Petra. Lo que comenzó como un simple malestar físico se está agravando de manera alarmante. Sus síntomas ya no pueden ocultarse: la fatiga, los dolores y los desvanecimientos empiezan a hacerse visibles, y cada jornada parece más difícil para ella. Ni su habitual fortaleza ni su carácter duro logran disimular la gravedad de lo que le ocurre. El palacio entero está a punto de ser testigo de cómo incluso las figuras más temidas pueden caer derrotadas por algo tan humano como la enfermedad.

Así, el próximo episodio se convierte en una encrucijada de emociones:

• Ángela, atrapada entre el deber y la desesperación, luchando contra un matrimonio que la destruye.
• Enora, confundida por sentimientos inesperados que podrían arrastrarla a un triángulo imposible.
• Martina, decidida a descubrir la verdad sobre Catalina, aunque su propio prometido trate de frenar sus sospechas.
• Cristóbal Ballesteros, imponiendo su autoridad con un castigo que podría esconder intenciones aún más oscuras.
• Ricardo y Pía, separados por la fuerza, pero unidos por un dolor que amenaza con consumirlos.
• Petra, debilitándose poco a poco, recordándonos que la fragilidad también puede habitar en los personajes más duros.

Cada hilo narrativo se entrelaza con los demás, creando una atmósfera cargada de tensión. El capítulo 683, que llegará el jueves 24 de septiembre, promete ser un torbellino de revelaciones, reproches y emociones al límite. Nada volverá a ser igual después de lo que está por suceder, y lo único seguro es que el palacio de Luján seguirá siendo escenario de secretos que, tarde o temprano, saldrán a la lu

Prepárate, porque este avance nos confirma que lo peor aún está por llegar.