‘La Promesa’, avance semanal del 22 al 26 de septiembre: El rapto de Catalina, la extraña enfermedad de Petra y la rebelión de Ángela
La semana en La Promesa llega cargada de tensión, secretos y golpes del destino. El palacio se convierte en un escenario donde el miedo y la traición caminan de la mano, y cada rincón parece esconder una verdad peligrosa.
Catalina, empujada por un instinto maternal que le exige proteger a sus hijos, intenta huir de la finca en plena madrugada. Su corazón late con el terror de sentirse vigilada, y su única certeza es que debe alejarse de las sombras que asfixian su hogar. Sin embargo, el destino la intercepta en el camino: el barón de Valladares la obliga a detenerse. Frente a ella, con una sonrisa tan cruel como fría, le plantea un dilema imposible. Si obedece, sus hijos vivirán; si se rebela, los perderá para siempre. Catalina, destrozada, elige sacrificarse por el bien de los pequeños, siendo arrancada de su coche y conducida hacia un paradero incierto. Los niños quedan en manos de los hombres del barón, convertidos en piezas de un macabro plan.
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Mientras tanto, en la zona de servicio, la tensión también se dispara. Petra sufre dolores insoportables en el cuello y la debilidad la consume, aunque intenta ocultarlo tras ataques de ira contra quienes la rodean. Su malhumor es cada vez más evidente, pero la enfermedad avanza silenciosa, dejándola vulnerable y con estallidos de furia que nadie comprende. En un momento de desesperación, confía en María Fernández, pidiéndole ayuda en secreto para sobrellevar sus tareas sin que Cristóbal lo descubra. Esta inesperada confesión revela un lado frágil de Petra que pocos habían visto.
La situación de Pía también añade dramatismo: obligada a marcharse a Aranjuez, prepara su maleta entre lágrimas, consciente de que se aleja de su hijo. Su dolor resuena como un eco de injusticia en la casa, y Ricardo, degradado y atormentado por la culpa, se hunde al sentir que todo es consecuencia de sus propios errores.
En paralelo, la rebelión estalla en la vida de Ángela. Tras ser descubierta por Leocadia en un beso con Curro, su madre anuncia de manera inesperada su compromiso con el capitán Lorenzo. La noticia sacude a toda la familia Luján y condena a Ángela a un destino que no desea. La joven, atrapada entre la traición materna y la presión social, decide no resignarse. Busca aliados en el servicio y en Samuel encuentra un confidente. Con lágrimas de rabia, le confiesa que no quiere hablar ni negociar, sino escapar, aunque para ello deba arriesgarlo todo.
Los días siguientes intensifican los conflictos: Lope y Vera, arrastrados por su orgullo, se enfrentan en plena mesa de los señores, desatando la ira del marqués. Cristóbal aprovecha la situación para imponer nuevas reglas tiránicas en el servicio, instaurando un sistema de faltas que convierte cada error en una sentencia. El miedo se extiende como pólvora entre los criados.
Mientras tanto, los señores siguen divididos. Alonso intenta convencer a Leocadia de anular el compromiso de su hija, pero ella, cegada por la ambición, se mantiene firme. Martina, en cambio, no deja de insistir en que el barón está detrás de la desaparición de Catalina, convencida de que su huida es solo una farsa.
El viernes, las dudas crecen hasta lo insoportable. Alonso y Adriano, cada vez más desesperados, empiezan a escuchar con atención las teorías de Martina, admitiendo que quizá el barón sí tenga algo que ver. Catalina sigue sin aparecer, y su ausencia es un fantasma que oprime a todos en La Promesa.
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En el terreno personal, Ángela da un paso decisivo al enfrentarse directamente a Lorenzo. Él, seguro de su triunfo, le exige acostumbrarse a su papel de futura esposa, pero ella le lanza una verdad tan cruel como liberadora: nunca será suya. Sus palabras marcan el inicio de una rebelión silenciosa que amenaza con dinamitar los planes de su madre y del capitán.
Con secuestros, enfermedades ocultas, amenazas de muerte y compromisos forzados, la finca se convierte en un campo minado. Cada personaje carga con un peso insoportable: Adriano con la incertidumbre de su esposa desaparecida, Petra con un mal misterioso que la corroe, Pía con la condena de la separación, Ángela con la lucha por su libertad.
Y mientras los días avanzan entre lágrimas y sospechas, una pregunta queda suspendida en el aire como una daga: ¿quién es realmente la mente maestra que mueve los hilos tras el secuestro de Catalina?